Erika Roldán Ortiz
Lectura, imaginación y creatividad
Al llegar, me invadían los nervios y el miedo, nunca había ido a un lugar así es más nunca pensé que a mi me pasaría y mucho menos conocer a alguien que para mi por lo que había escuchado estaba muerto. Antes de llegar, conocí a la persona que me llevaría a ese lugar, esa persona que dijo ser mi tía, una tía de la cual no sabía, no la conocía; en el camino me pareció muy agradable a pesar de las circunstancias y de las cosas que platicaba, finalmente llegamos a nuestro destino y mi corazón latió como nunca.
La gente gritaba “guarda ropaaa”, “cigarrooos” “papel de bañooo” y “pannn” para su interno, la gente que accedía por el gran patio a la entrada principal vestía de colores vivos ya que no se podía accesar de color blanco, beige y negro; las mujeres no podíamos vestir con blusas pegadas, escotadas, sin mangas, vestidos, zapatos de tacón y con un maquillaje provocativo, sin embargo había una gran variedad de atuendos y las dejaban pasar con unos cuantos pesitos. Por otro lado mi tía nos condujo a una especie de oficina enrejada la cual la atendían señoras pedinches, ellas eran las encargadas de dar acceso o no a los familiares de los internos, al preguntar por nuestro interno saco una ficha de trabajo maltratada y vieja ella pidió nuestros nombres e inmediatamente al dárselos nos dijo que no estábamos apuntados y por lo tanto no podíamos accesar.
Salimos con cierta decepción y a la vez con un alivio ya que por algo no nos tocaba entrar.
Pasaron los días hasta que llego el día de visita, nuevamente acudimos pero esta vez decidimos mi hermano y yo encontrarnos hasta allá con la tía, ese día fue totalmente diferente a la otra vez debido a que todo corría por nuestra cuenta. Al llegar fuimos con la señora guarda ropa de la vez pasada ya que la primera vez no nos robo nuestras cosas por lo que automáticamente se ganó nuestra confianza y así fue como le dimos los celulares, sudaderas, llaves y dinero quedándonos solo con el ife y unos pesos. Al no ver a la tía fuimos a formarnos a unas filas gigantescas bajo el sol, con más gente vendiendo y gritando, entramos por pura suerte al romperse la formación externa y aventándonos entre un mar de gente, la mayoría señoras con niños y bolsotas de comida y ropa; al atravesar esa primera fila pasamos a la segunda donde era la entrada al tipo vestíbulo, entramos después de una larga asoleada y al pasar con las señoras que brindan el acceso yo me encontraba temblando a punto de llorar, preguntamos por nuestro interno pero no contábamos que nosotros no estábamos registrados con sus apellidos por lo tanto sería difícil identificarnos como sus familiares directos, la señora nos pidió nuestras ifes y nos dijo que qué éramos del interno conteste que sus hijos, me pregunto que si eso era cierto, porqué no teníamos su apellido y que como se llama mi abuela, me sentí muy estúpida explicándole que era la primera vez que lo conoceríamos y que por lo tanto no sabía el nombre de la abuela, finalmente nos dio un cardex que es un papelito donde escriben el nombre del interno, la caducidad de las visitas y que tipo de visita era.
En ese momento me separe de mi hermano,yo apenas podía hablar estaba casi llorando; él me decía que me esperaba adentro donde lo pudiera ver, nosotros no sabíamos cual sería ese lugar ya que completamente lo desconocíamos, al avanzar por mi cuenta me sentía sola en un mundo desconocido, pase con la primera custodia y me dijo que no podía pasar con una blusa sin mangas, mis nervios aumentaron, no sabía que hacer, era domingo y salirme a rentar una playera implicaba volverme a formar y obviamente no ver a mi hermano. Me salí e inmediatamente encontré una playera dejándole la mía a una señora que si bien quería podía robársela, no tenía opción, volví a formarme y en ese mar de gente me encontré con la tía, me sentí segura ya que esta vez no entraría sola; al entrar pase con la primer custodia, luego con otra que me toco hasta el alma, al pasar con ella salí a un pasillo donde más custodios revisaban la comida que la gente llevaba picoteándola ydesbaratandola, baje unas escaleras y se volvió hacer una fila de hombres y mujeres, pero esta vez cambiabas tu cardex por una ficha de color, estas eran verdes, amarillas, rojas y negras, nunca supe en que variaban los colores, sin embargo lo que atrapó mi atención fue el olor a descomposición o muerte y el frío que se encontraba ahí.
Al seguir caminando me pusieron un sello que solo se veía en una caja oscura con luz de neón, después de tres revisiones del sello pase a lo que sería el último patio que daba a los internos, yo solo pensaba en mi hermano y al no verlo me espante, por mi mente pasaban innumerables pensamientos, cuando camine hacía los internos la tía me llevaba por el hombro hacia adelante y ella por detrás, el sentimiento que se origino en mi es indescriptible pero es semejante a lanzar una carnada al mar, ver a los internos amontonársenos como moscas pidiéndonos dinero, voltear hacia arriba y ver a más y más, moneando, fumando mota, miradas perdidas, olores, el calor, el reggeatonuna cantidad de cosas que me impactaron, efectivamente era otro mundo.
No supe en que momento ya había un señor con un ojo cerrado y morado abrazando a mi tía, obviamente me saludo y al preguntarnos por mi hermano el miedo creció en los tres, pues él estaba perdido, el señor nos dijo que no nos preocupáramos e inmediatamente subimos a un lugar parecido a una cocina económica gigante, atascada y acalorada, fue en ese momento donde vi a mi hermano rodeado de como quince personas pidiéndole dinero y jaloneándolo, al verlo el señor los quito diciéndoles que en la noche se arreglaban refiriéndose a ellos como bebés.
Nos condujo entre sillas, mesas, internos y mucha gente a una mesa casi al final de la gran sala, desde ahí la perspectiva del lugar era total, podía ver las televisiones colgadas en las esquinas, el baño, la cocina, los vendedores ambulantes, los mariachis, los artesanos, los que vendían discos, hasta los internos más viejitos que vendían sus medicinas, podías encontrar lo que fuera, era como si estuviera en el centro, que va en lo peor del centro. Cuando dirigí mi mirada hacia él, me di cuenta que mi hermano era totalmente su reflejo, él traía unos lentes negros, uno de sus ojos se encontraba entre cerrado con un derrame interno y alrededor morado, su cabello lo traía peinado hacia atrás de color negro y lacio no tan lacio, estaba rasurado, moreno, cada brazo poseía un tatuaje; vestía de color beige con una pancita colgando, era alto y su voz, su voz era amigable con nosotros y dura con los demás, de pronto me di cuenta que nuestras narices eran iguales y que físicamente era lo único que tenía de él.
Platicamos poco cuando de pronto nos dijo que si queríamos conocer el reclusorio a lo que respondimos que sí, mi tía sólo le dijo no manches Enrique; nos paramos y salimos por donde vendían la conasupo, en cada rincón que volteaba solo encontraba a más y más gente, mi papá nos abría paso como todo un guarda espaldas, yo me sentía protegida, pero no me gustaba lo que veía, era como un gran mercado, pasamos por una zona donde tejían pulseras muy bellas, los niños corrían como si fuera el patio de una casa, las mamás estaban con sus esposos, otras eran solo chavitas que llevaban a sus niños en brazos y por otro lado tenían otro en la panza. Continuamos nuestro recorrido a la parte de los puestos de comida tal cual como los conocemos en los mercados, había de carnitas, barbacoa, suadero, pastor;de todo hasta había paquetes disque económicos pero en realidad eran muy caros, era de suponer ya que de eso vivían los internos. Seguimos hasta llegar al patio principal donde vendían cosas de madera, bolsas, cosas que venden en los parques, en un vistazo fugaz pude observar a un interno semi desnudo, su piel era como la de fredy cruger, quise suponer que estaba quemado por el sol, pero mis ojos no pudieron seguir viéndolo, al final del recorrido se encontraban unas cobijas colgadas que juntas formaban cuartos a lo que mi papá los llamo “las cabañas”, le pregunte que qué eran y me dijo que era donde iban las prostitutas o cualquier otra persona a trabajar, eran horribles, camas echas de puras cobijas donde se podía oír todo y ver como se movían las cobijas.
Regresamos a nuestra sala, donde nos explico que él ahí trabajaba y que era el dueño, nos conto que al ser el más viejo en cuanto a estadía en su celda, él era la jefa y los demás sus bebés, sólo pensé que al menos no estaba con el mas pendejo y supuse que en un lugar así eso era bueno.
Llego la hora de la comida donde nos atendieron como si nunca hubiéramos comido, todo estaba increíblemente rico y atascado, los internos nos trataban bien y el del baño ni nos cobraba, entre platicas nos conto como es que llego a ese lugar, nos dijo que ya llevaba ocho años y que según en este cumplía su condena, pero que nada era seguro ya que en verdad hay gente mala que te mete el pie, te matan o simplemente no te dejan salir.
Al comenzar su narración, comento que se dedicaba a recoger los autos robados y los llevaba a su destino éste podía ser Pachuca, Cuernavaca o el Estado de México. Esa vez se trataba de un buen trabajo puesto que se llevaría 20 bolas era algo tentador y claro,que sabía hacer; dice recordar estar en un bardonde las drogas y alcohol no faltaban toda la noche en la fiesta de un lugar a otro terminaron sin más en un parpadear de ojos, sus manos estaban frente al volante, del lado del copiloto se hallaba una chica la cual en la vida había visto pero su hermosura era la suficiente para saber porque se encontraba ahí ; en el transcurso de la manejada por la noche en las calles de la ciudad se acercaron unos policías que según para hacer una revisión de rutina, al encontrarlo en un estado mixto de alcohol y drogas la supervisión aumento hasta el grado de revisar todo el auto, en su búsqueda quizás al principio o al final llegaron a la cajuela,él sin saber nada después de platicas que acababan en gritoneos por una típica revisión decidió abrirla, la sorpresa que se han de haber llevado los policías y aquel señor dieron un giro total a la situación me imagino las caras de interrogación y quizá de venganza por parte del conductor que al mirar fijamente encontraban el cuerpo de un hombre, no puedo generar o mejor dicho enumerar las sensaciones y pensamientos que pasaban por la mente de aquella persona, sabía que eso no era cualquier cosa y menos por sus antecedentes penales en ese mismo instante sin nada mas que hacer fue remitido ante las autoridades.
Al aterrizar de nuevo al entorno de la sala sucia y calurosa me di cuenta de que para él estar en el reclusorio ya son significaba nada, ya que una tercera parte de su vida se encontraba ahí, realmente no tenía nada, lo único que le quedaba era su hermana y sobrinos, no tuvo más hijos mas que mi hermano y yo, no se volvió a casar, no nos conocía y por un momento sentí que el conocernos lo motivaría para algo y más porque solo le faltaba un mes para que saliera.
Hablamos de nuestras vidas, de las familias pero nunca jamás había escuchado a alguien y menos a un hombre expresarse de una manera tan pura, con sentimientos tan vivos, con los recuerdos en las manos, con el alma en los ojos, de una mujer, esa mujer era mi madre, era una situación inimaginable, una etapa que no conocía, pequeños charcos se asomaron por aquellas ventanas, ríos de agua brotaban de sus manos, pensé y me di cuenta lo que para él significaban esos momentos, en realidad estaba equivocada si había algo por lo que luchaba o al menos lo mantenía vivo y eso a causa de una gran mujer.
No sabía como me alegraba escuchar esas palabras, aquellos relatos que nunca escuche, me sentía como una niña y de pronto lo demás para mi no existía, mi alegría estaba al máximo y me deje llevar por esas sensaciones que quizás hasta ese día jamás había conocido. De pronto como si hubiera despertado custodios comenzaron a entrar en la sala con silbatos ordenándonos salir, nos acompaño hasta la última reja despidiéndose con un beso y un abrazo, algo que realmente no esperaba. Al comenzar a salir nuevamente filas y filas llenaron el patio pasábamos por los mismos lugares fríos y mal olientes, al llegar a la calle recupere mi blusa y las demás cosas, me sentía muy bien a pesar de las condiciones.
Transcurrió otra semana para poder verlo, no hubo nada diferente, el miedo se había ido, mi tía una persona morena, cabello largo, lacio y negro y con caderas anchas nos mantenía informados acerca de la salida del señor Enrique y así de pronto una mañana recibimos una llamada, era él estaba “libre”. No había sido nada fácil, no los sueltan así con las pocas cosas que tienen y mucho menos a las 12 del día, salió a las 2 o 3 de la mañana, dice que siempre hay taxistas afuera de los reclusorios todas las noches, asegura que siempre salen unos pocos pero los que entran son más. Él tras estar 8 años en el reclusorio y salir de noche no reconocía nada, el taxista le temía y más por el destino al que lo llevaría, se perdió confundido por las obras del metro en avenida tlahúac pensando que era periférico, ver la ciudad otra vez era sorprendente.
Muchas cosas habían cambiado, y así el trato y mi concepción de esa realidad dieron un giro en mi vida ya que para él la vida de aquí afuera no es tan diferente como la de allá dentro y sí, era verdad, poco a poco me di cuenta que realmente no es necesario creo que si en algún ayer muy lejano lo fue ahora no me importa y si alguien me importa en esta mi vida es mi madre.
Actualmente lleva cerca de medio año libre del cual lo he visto muy poco, su apoyo del que siempre habla, en eso se queda, en palabras y así cada cosa que menciona, no puedo decir que me cae mal ni juzgarlo ni tener tantos pensamientos hacia su persona, ahora y desde que lo conocí le deseo lo mejor y si el destino o las consecuencias de ciertos actos nos llevaron a cruzar camino no tengo más que vivirlos como una digna batalla.
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