miércoles, 23 de noviembre de 2011

Remembranzas. Pescador Domínguez Ileana


Pescador Domínguez Ileana
Remembranzas
De repente me despierta un intenso frío, de ese que sentimos cuando un viento helado nos cala los huesos, será que hasta en mis sueños me perturba tu recuerdo.
No sé porque mi mente necia sigue persiguiéndote, si esta claro que nunca formarás una parte real en mi vida, y si son muchas las cicatrices que al intentar alcanzarte me han quedado.
Por ejemplo la de ese día, en que en un acto de valor tome el teléfono y te busque, aún lo puedo revivir: mientras mis piernas temblaban de nervios alguien al otro lado, no recuerdo quien, me contesta. Pregunto por ti, todos mis sentidos están alertas gracias a una descarga de adrenalina que corre por mis venas, escucho que te nombran, tan  solo tu nombre me llena de alegría. Tardas un poco en contestar, ahora con el paso del tiempo puedo elucidar que es por el desgano que tenías de hablar conmigo.
En ese entonces encontraba mil pretextos que justificaran tus desaires. Más claros no podían ser, pero uno eterno ciego ante el enamoramiento todo ignora.
Por fin contestas, mi mente se nubla y ese diálogo que tenía ensayado se esfuma rápidamente. Hago la pregunta preestablecida, un típico, ¿cómo estás?. No recuerdo tu respuesta ni como se desarrollo la conversación, pero el final de ella solo sé que había conseguido una cita contigo, mejor no podría haber sido. Quedamos de vernos esa misma semana, por la mañana, yo sería quien te iría a buscar a tu escuela. No pongo ninguna objeción, poco importa que yo falte a la mía, que no sepa llegar al lugar, que no pongas de tu parte para que nos encontremos en otra parte que nos quede más cerca, al fin y al cabo no es difícil pues apenas unas cuantas calles separan tu casa de la mía. En cuanto cuelgo el teléfono, la emoción me embarga, mi ilusión se eleva a mil. Empiezo a imaginar nuestro primer día juntos. De repente me doy cuenta que necesito dinero, no es correcto llegar a una cita sin efectivo, busco mis ahorros, no importa si tu no levas dinero, por supuesto que no lo tomaré a mal, se que todo es repentino y talvez no tengas dinero disponible, que no sea por falta de él que no tengamos a donde ir. Guardo todos mis ahorros en mi cartera.
Apenas y concilió el sueño, no las horas se me hacen eternas para poder verte.
No se a que hora logre dormir, por fin suena el despertador, son las 6 de la mañana. Como nunca en mi vida me da gusto levantarme temprano. Me arreglo lo mejor que puedo, quiero impresionarte, creo que nunca me habías visto sin el uniforme escolar.  Ahora ya no tenemos que llevarlo, por fin vamos a la escuela con ropa de calle, lo que facilita que salga de mi casa sin tener que llevar ropa escondida y sin levantar la sospecha de mis padres.
No quiero llegar tarde, por lo que tomo un taxi, le doy el nombre de tu escuela y su ubicación y le pido que me lleve pues yo no conozco donde queda el lugar. Aunque no es muy lejos de la zona que conozco paso por lugares que nunca antes había transitado, por fin llegamos.
Es muy temprano, y mi cabello todavía esta húmedo, tirito un poco por el frío, un poco por los nervios. Hay mucha gente alrededor, es la hora de la entrada a la prepa, no te encuentro, pero sé que llegarás, confió ciegamente en ti, pasan los minutos y pero sigo sin lograr verte.
No sé  cuanto tiempo ha transcurrido, empiezo sentirme tonta, mis nervios se transmutan en angustia. De repente apareces, ahora no sé si fue lo mejor o más me valía que nunca lo hubieras hecho, así seguramente hubiera encontrado un motivo para justificarte.
Caminas hacia mi, mi corazón se paraliza, por fin estas frente a mi, toda la espera se ve compensada con tu saludo, un beso frío en la mejilla. La sorpresa es que no vas solo, te acompañan dos amigos, los cuales me presentas. Para mí es algo nuevo,  nunca me has presentado a alguien que forme parte de tu vida. Me pides que entre a tu escuela, eso me desconcierta, sabes que no me dejarán pasar por no tener credencial, te sonríes, con esa maldita sonrisa que tiene una mezcla entre angelical y cínica, me dices que seguramente no habrá problema con el vigilante, pero te digo que es mejor si te espero mientras vas a buscar tus cosas para irnos, como una loza me cae tu respuesta, por supuesto que no irás por tus cosas, tienes clases, estupefacta te pregunto que entonces para que me dijiste que te fuera a buscar, hirientemente me respondes que porque yo fui quien ideo la cita, no se que hacer, solo me quedo ahí parada, necia que soy, te vuelvo a pedir que nos vayamos de ahí, aunque sea para charlar unos minutos, después regresarás a clase, con un ceño de desdén te niegas, mi desconcierto ante tu actitud y la absurda situación me llevan a esbozar una fingida sonrisa, mientras por dentro la ilusión se desvanece y da paso auna mezcla de rabia y consternación. Esa sensación me lleva a preguntarte irónicamente que si quieres te espero afuera de la escuela hasta que salgas, con tu gesto que aún guarda en mi mente, con esa sonrisa infame, me respondes que sí, la sangre se va a mi cabeza, tu cinismo, mi vergüenza, todo se vuelca como un torbellino en mi mente, y sin pensarlo, ahí frente a todos, te suelto una bofetada, nada es como lo imaginé esa noche que hablamos por teléfono. Ni siquiera veo tu reacción ya no queda lugar para decir nada, doy media vuelta , me marcho tan rápido como puedo, la gente de alrededor desparece en mi mente, es como si todo se hubiera quedado suspendido en una dimensión ajena a la mía mientras camino hacia la calle, solo deseo alejarme de ahí.
A lo lejos veo un taxi, como instinto de supervivencia le hago la parada y mientras me aleja de ahí me pasa por la cabeza una especie de regresión  en la que me veo desde que iba camino hacia tu escuela hasta lo vivido en los últimos minutos, inevitablemente las lágrimas se agolpan en mis ojos, no puedo contenerlas y se desbordan como un río embravecido. No sé que rumbo tomar, no interesa.
Cuando llego a una avenida concurrida, le pido al taxi que pare, ya me he puesto distancia suficiente de ti, a partir de ahí necesito caminar, el llorara me ha agobiado y no puedo pensar, sí lo mejor es caminar para poder ordenar mis ideas. Por fin ya no puedo llorar, es como una sensación de vacío. Me doy cuenta de la hora, apenas dieron las 9. Ahora me abruma el pensar que no tengo lugar al cual ir, es muy temprano y no puedo regresar a mi casa, a esta hora debería estar en el colegio. ¿Qué desesperación que puedo hacer para pasar tantas horas si no tengo rumbo? Por lo pronto encuentro un lugar donde desayunar, ahí por lo menos descansaré un rato y podré pensar con más calma. Ahora pienso en el acierto que fue  llevar suficiente dinero. El desayuno por lo menos me tranquiliza, la comida y el café caliente me reconfortan. Todo transcurre lentamente. Llega el momento en el que ahí ya no hay más que hacer. Reaparece el dilema de adonde dirijo mis pasos.
De repente recuerdo que en el cine ay una matine, de nuevo ahí encontrare un lugar para refugiarme. No hay muchas opciones para ver, solo hay dos películas para elegir, una es de acción y la otra romántica. En mi profundo y retorcido masoquismo opto por ver la segunda. Ya en la sala, me doy cuenta que si acaso somos tres personas las que estamos. La inmensidad del lugar acentúa la soledad que percibo. Haber escogido esa película es como echar sal en las heridas, hace que en la oscuridad las lagrimas vuelvan a invadir mis ojos. Pero que pena más profunda siento, te doy mi vida y de ti solo recibo burlas, siempre ha sido lo mismo, primero me das esperanza y al día siguiente me hieres, cómo puede una persona ser tan vil y aparentar semejante ternura. Cómo es que me he puesto en esta situación. Al terminar la película me dirijo al baño, al mirarme al espejo veo las marcas que el llanto ha dejado: mis ojos están hinchados y rojos. Pruebo a mojarme con agua fría, siento que vuelvo a la realidad, por fin es hora de que pueda volver a casa, las horas han pasado. Es raro como siento que la gente me ve, seguro aún se ve que he llorado, espero que camino a casa ya no se note, no tengo fuerzas para dar explicaciones, me siento agotada. Necesito dormir, solo así olvido.
Cuanto tiempo ha pasado desde ese día, este frío me inquieta, el estar en esta habitación asfixia, tu recuerdo es como una gota de agua que cae continuamente produciendo un ruido sordo y roba la tranquilidad que brinda el silencio.  Por mi ventana veo la luna, luce en todo su esplendor e ilumina la alcoba. Mientras la miro me siento hipnotizada, de repente otra vez tu sonrisa vuelve a mi y tu recuerdo me roba el aire, en un arrebato tomo el teléfono…

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