Mendoza Damían Adriana
NO PODÍA SER CIERTO
No podía ocultar la alegría que me provocaba verlo, me sentía rara; me mareaba, me daban nauseas, me sudaban las manos y sentía que el corazón se me salía del pecho. Me emocionaba, en verdad me emocionaba.
Cuando lo conocí no me causo la misma impresión, es más, ni siquiera le tome importancia, fue como si no lo hubiera visto, no tenía nada que llamara mi atención. Todavía no logro comprender qué pasó.
Un día se acerco mucho a mi, me tomo de la mano para explicarme cómo se hacían las cosas apretándome con tal fuerza que provoco un escalofrío que me recorrió completamente la espalda. En el rostro tenía una expresión desagradable, me miraba de un modo extraño que me intrigaba demasiado. Creo que le molestaba tocarme, y a mi me encantaba que lo hiciera.
Pasaron varias sesiones sin nada relevante, ni por error me volteaba a ver, parecía no notar mi existencia. Aprovechaba cada oportunidad para hacerme sentir ignorada, pero en el fondo moría de ganas por acercarse a mi.
Hoy nos quedamos solos en ese lugar lleno de mesas, él estaba guardando cosas muy acelerado y un poco nervioso, como si tuviera prisa por terminar lo que estaba haciendo para salir corriendo de ahí. Por momentos volteaba y fingía no mirarme, seguramente temía no poder con las ganas de tomarme entre sus brazos y tal vez… besarme, sí, sólo besarme.
La manera en que agarra las cosas, la forma en que parece acariciar cada instrumento, me hace pensar que es a mi a quien acaricia lentamente. Es como si deslizara las cosas sobre mi piel, como si rozara las yemas de sus dedos sobre mi espalda, como si pasara la punta de su lengua suavemente por mi cuello. De pronto empiezo a sentir húmeda la piel, un hueco en el estómago, una sensación de vértigo, los latidos de mi corazón se incrementan y… cuando levanto la mirada y veo su rostro me doy cuenta que ni siquiera me mira a mi.
Últimamente no ha ocurrido nada relevante, todo sigue igual que siempre; nos vemos en ese lugar tan frío y a veces solitario todos los días a la misma hora. Me sigue mirando por accidente y ni siquiera sabe mi nombre, cuando yo no puedo dejar de pronunciar el suyo todo el día. No se si siente lo mismo que yo, pero tal vez me desea de la misma manera.
No se si fue casualidad o simplemente el destino pero otra vez nos quedamos solos al final de la clase. Me miraba como si quisiera saltar encima de mi para hacerme lo que siempre había querido. Lo podía imaginar arrancándome la ropa con mucha fuerza sin poder separar su boca de la mía, tomándome por la cintura arrebatadamente, uniendo su respiración a la mía y deseando que nos fundiéramos en uno mismo. De pronto mientras pensaba en todo lo que tal vez haría conmigo volteé y lo vi ahí parado a mi lado sin decir ni una sola palabra y mirándome como si algo malo pasara conmigo, me preguntó si estaba bien por que llevaba ya varios minutos hablándome y yo con una sensación de calor recorriéndome todo el cuerpo solo pude decir –sí, todo esta bien-. Después miró su reloj y me dijo que ya era muy tarde y que se tenía que ir, amablemente se ofreció a llevarme a mi casa y sin dudarlo ni un segundo me levante y salí con él hacia su carro.
En el camino no pronunciamos ni una sola palabra, parecíamos estar nerviosos y no se nos ocurría nada bueno que contar, además en ese momento era más importante controlar mis impulsos para no arrojarme a sus brazos y consumar lo que hasta ese momento solo estaba en mi cabeza, que pensar en un buen tema para conversar. De pronto se dio la vuelta en una calle que nos desviaba del camino y solo preguntó si había problema en pasar a su casa por algunas cosas que necesitaba, en ese momento no supe que decir, solo se erizaron todos los bellos de mi cuerpo y una sensación de exaltación que nunca antes había experimentado invadió mi cuerpo. Supongo que tomó mi expresión como un sí y continúo su camino.
Llegando a su casa me invitó a pasar para que no me quedara solo en el carro y antes de terminar la pregunta yo ya estaba parada en la puerta esperando a que abriera. Me invitó a sentarme en la sala y me dijo que sólo tardaría un segundo en tomar lo que necesitaba, subió unas escaleras y desapareció de mi vista. Yo estaba muy emocionada pero no podía evitar sentir miedo por lo que ahí me esperaba. De pronto escuché su voz pidiéndome que subiera. Me agarre fuertemente el barandal de la escalera para no caerme por que todo el cuerpo me temblaba y subí lentamente hasta el cuarto del que provenía su voz. Dentro de este me estaba esperando sentado en la cama con una mirada que me invitaba a hacer algo más que platicar, me tomo de la mano y la deslizó lentamente por cada parte de su cuerpo, después me agarró de la cintura de una forma suave y cariñosa y me recostó en la cama sin decir ni una sola palabra. Sentía como estrechaba su cuerpo junto al mío dejando ver todo el deseo y la pasión que habían estado reprimidos por tanto tiempo. Nada de lo que había pasado ese día podía compararse con lo que había imaginado desde la primera vez que lo vi.
Al otro día sólo podía pensar en verlo, abrazarlo y sin duda alguna en repetir lo que ya se había consumado. Cuando llegué al salón esperaba encontrarlo ahí, pero sólo vi en la puerta un letrero extraño que decía: “Sentimos mucho el tiempo que los hemos hecho esperar, pero todavía no hay profesor disponible para la materia, tendrán que esperar dos semanas más para iniciar clases. Atte. La dirección”. Al terminar de leer sentí como si un balde de agua fría hubiera caído sobre mi cabeza. Yo no pude haber imaginado todo, cómo iba a ser esto posible si aún podía sentir su aliento frente al mío, el sabor de su saliva en mis labios y la fuerza de sus manos estrechando todo mi cuerpo. Algo estaba mal, eso no podía ser cierto…
No hay comentarios:
Publicar un comentario