miércoles, 23 de noviembre de 2011

Alexa. Bañales Sánchez Rosa María


ALEXA

Es increíble cómo pasa el tiempo, estoy aquí, cuando hace un par de años ni siquiera me pasaba por la cabeza estar en un momento como este. En aquellos días todo era diferente, mi diversión era distinta, mis intereses y preocupaciones giraban en torno a cosas que ahora podría tachar de insignificantes, pero que en aquel tiempo no lo eran.

Aun recuerdo mis dieciocho años, la edad en que tuve mi primer  supuesto novio, y para lo cual pedí permiso a mis padres de poder tenerlo, y digo supuesto, porque fue un noviazgo de fin de semana y cabe mencionar que solo nos vimos el viernes. El nombre del supuesto novio no tiene caso mencionar ahora, pero si el hecho de que era compañero de la escuela y que sinceramente como compañero no era del todo de mi agrado, un tipo que se quería hacer notar con comentarios absurdos a mitad de cada clase. ¿Qué que me hizo cambiar de opinión? Pues esa tarde de viernes mientras convivíamos por primera vez en una de esas famosas reuniones llamadas tardeadas, me di cuenta mientras platicamos, como dicen por ahí: que feo no era y que quizás podríamos tener algo en común.  Así que resumiendo, nos vimos el viernes, nos hicimos novios por teléfono el sábado, el domingo no nos vimos y terminamos el lunes, eso es lo que yo llamo un supuesto novio.

Se podría hablar de mi vida como cotidiana e incluso común, había terminado mi bachillerato, aunque no de una manera muy sobresaliente, pero si lo suficiente como para que mis padres estuvieran orgullosos de mí y porque no decirlo, también lo estaba de mi misma.

Antes de continuar, eh de mencionar que era una joven introvertida y no me era muy fácil socializar, el primer año en la universidad no niego que fue un poco difícil, pero nada que no pudiera sobrellevar, todo era tranquilo, si acaso una que otra preocupación por los gastos que la universidad generaba pero todo seguía adelante.

En ese tiempo  contaba con una amiga, (si, la famosa amiga que un momento llegas a considerarla como hermana), pero a pesar de que compartíamos instalaciones en la misma secundaria, no fue hasta el bachillerato cuando cruzamos palabra alguna y, desde entonces, nos habíamos convertido en las mejores amigas, huy y sin olvidar mencionar que era la mejor amiga de mi supuesto novio, aunque realmente él quería algo más que una amistad, y yo estaba consciente de ello, y ella también pero siempre alegaba que no quería que su relación de amigos terminara.  En fin, era un tema que a mí me daba igual.

En esos días amabas nos encontrábamos en el primer año de nuestras respectivas licenciaturas, cuando una sorpresa llega, mi amiga estaba embarazada y se iba ir a vivir con su novio. Lo que significaba que ya no íbamos a salir a divertirnos los tres, y digo los tres porque desde hace unos meses atrás su novio parecía chicle y la que aparentaba hacer mal tercio era yo. ¿La solución? Pues si, ahora realmente hacer mal tercio e irlos a visitar a su nuevo hogar.

Aun recuerdo ese día, mi amiga ya tendría unos cuatro meses de embarazo, y nos encontrábamos en su casa, era una tarde soleada y nos divertíamos chateando, cuando encontramos conectado a mi supuesto novio y decidimos bromear con él, pues no sabía que éramos nosotras hasta que pusimos la cámara, y es aquí donde realmente comienza todo. Mi primer año en la universidad había sido suficiente como para que cambiara tanto de forma de vestir como para volverme extrovertida, y el resultado fue que empezara a recibir sus halagos, realmente ese día no tuve tiempo para platicar, así que me despedí para poder ir rumbo a la universidad mientras mi amiga y él se quedaban conversando.

A partir de ahí, cada noche recibía una llamada nocturna, si, era él, y las llamadas continuaron durante dos semanas, hasta que me invito a salir y acepte. Antes de asistir a la cita, tuve oportunidad de hablar con mi

amiga y me comento que él se había molestado tanto al saber que ella ya viviera con su novio y que estuviera embarazada, que decidió no tener más contacto con ella.  A lo cual yo no tuve nada  que comentar, solo el hecho de que teníamos una cita.

Llego ese sábado en la tarde, y después de platicar unos 15 minutos, llego la nueva propuesta de ser novios, a la que sin pensarlo me negué, ya lo había conocido, realmente no me interesaba tener un novio como él, y si hay algo de lo que me arrepiento de aquellos años, es que me faltaba  firmeza en mis decisiones, tal es así, que tanto me insistió que obtuvo el sí.

Era el mes de octubre de 2006 y yo ya tenía novio, al parecer todo iba bien, al mes conocí a su familia y ya iba a comer a su casa, hablamos del mes de noviembre, y para diciembre, con la idea de tomar unas buenas vacaciones me fui a Guadalajara con mi familia, pero algo no andaba del todo bien, mis síntomas previos a la llegada de mi periodo de menstruación, estaban algo raros, comenzaba a sentir dolores de los llamados cólicos muy fuertes, pero solo por cerca de un minuto y como 3 o 4 veces al día, realmente me preocupé, y decidí consultar a un doctor de Guadalajara, que por cierto, fue una experiencia nada agradable, pero en ese tema no entrare en detalles, en conclusión, el doctor me mando medicamento en caso de que fuera una infección y solo para descartar, una prueba de embarazo de farmacia, la cual me parecía innecesaria, pues me había cuidado en mis relaciones sexuales y el motivo por el cual me preocupaba era precisamente era eso, que si no había posibilidad de que fuera embarazo entonces que era. Sin embargo aun así me la hice y lo más absurdo fue que salió indefinido. Lo que continuaba era seguir tomando el medicamento y así lo hice, precisamente el 24 de diciembre llega mi menstruación, mmm realmente pensé que había llegado, pero solo fue un sangrado de una sola ocasión.

Mi preocupación continuaba, así que llegando al Distrito Federal la primera semana de enero decidí visitar otro médico, el cual me mando hacer un ultrasonido para descartar quistes los cuales pudieran impedir el proceso de menstruación.

Qué momento, en verdad que momento, lunes 8 de enero 7:00 am, en esta ocasión me encontraba con mi mama y mi sobrina de 5 años, sentadas afuera de los laboratorios y yo tomando mas a fuerzas que de ganas 2 litros de agua, y justo cuando le daba el último trago a la botella, no aguante mas y corrí al sanitario a vomitar.

No tardaron en mandarme llamar, entre sola al consultorio, me recostaron en una esquina de aquel cuarto, me descubrieron el abdomen y tras ponerme un gel frio que me puso la piel chinita, comenzó la exploración, el doctor no decía nada, se limitaba a ver por la pantalla, mientras a mi no me quedaba más que ver el techo blanco. Pasaron un par de minutos para que yo escuchara como el preparaba su garganta para hablar diciéndome:
-pues al parecer no tienes nada malo, no son quistes. . .
Un suspiro de tranquilidad salió de lo más profundo, fue como si me sacaran una espina que me estaba dando lata, cosa que no duro ni un minuto después de que termino diciendo:
-pero…TIENES OCHO SEMANAS DE GESTACION.
Definitivamente, me quito la espinita con el único motivo de dejarme caer el mundo entero, a lo cual mi única reacción fue decir:
-NO.
Es no es difícil de explicar todo lo que sentí en ese momento, paso por mi cabeza toda mi vida en un segundo, mi familia, mi escuela, mi vida, ¿qué iba a ser?
Pero todo eso también duro un par de segundos cuando el doctor se digirió a mí diciendo:
-Mira, mientras señalaba la pantalla, esta lucecita que parpadea, es su corazoncito.
Esto fue más que suficiente para que mis ojos dejaran caer una lagrima de emoción.
Sin embargo, sabìa que al salir de ahí una realidad bastante fría me esperaba.

Pero aún había algo más pendiente, ¿qué pasaba con los dolores que me daban y el sangrado?

No recuerdo como me las ingenie para que nadie viera los resultados, recuerdo que toda una hoja manejaba el tema con conceptos médicos, pero al final, y con mayúsculas, conclusión: 8 semanas de gestación,” sin mencionar las 2 hojas siguientes tapizadas con las imágenes de lo que en ese momento era mi hijo.

Aun recuerdo ese 8 de Enero cuando recibí la noticia, después de tener el resultado en mi mano, solo quedo ir de regreso a casa, en mi cabeza pasaban miles de cosas, trataba de asimilar la magnitud del problema en que me había metido, pero nada lo conseguía. Al llegar a casa, lo primero que hice fue alistarme e ir al trabajo de Ramses, si ese es el nombre del supuesto novio, que claro, en ese momento si lo era: Llegue y espere que saliera, y en cuanto lo hizo y estuvo frente a mí, no soporte mas y el llanto salió, el me miro y pregunto qué era lo que pasaba, a lo que solo respondí con un tono de preocupación y tristeza: -Estoy embarazada-, su reacción era de esperarse, tampoco lo creía, comenzamos a hablar sobre qué íbamos hacer, que iba a pasar, y justo en ese momento me di cuenta, que no era tanto el hecho de que estaba embarazada lo que me preocupaba, sino el hecho de que tuviera amenaza de aborto, solo le dije que quería tener al bebe.
Caminamos en silencio hasta la parada del camión,  y justo ahí, voltio a verme y me dijo:-nos vamos a casar y vamos estar juntos. Aun lo recuerdo y me da risa, lo primero que salió de mi boca fue un NO clarísimo, no estaba dispuesta a tomar una decisión así  solo por compromiso, le comenté que podríamos intentar estar juntos e incluso vivir juntos y si realmente funcionaba, dar el siguiente paso.

Al parecer se había encontrado una solución para con mi pareja, pero… aún me esperaba algo más fuerte, ¿Cómo le daría la noticia a mis padres?

Al llegar por la noche a mi casa después de ver a Ramses, solo quise recostarme en mi cama y no hablar con nadie, pero todos sabían que me  había ido a hacer unos análisis, así que obviamente deseaban saber los resultados. Llegó mi hermana mayor, ella vivía a una cuadra de mi casa, y fue a visitarme para ver cómo estaba, se sentó a la orilla de mi cama y me pregunto qué era lo que tenía,  la vi y le dije que estaba embarazada, eh de mencionar que mi hermana es muy relajienta, así que cuando se lo dije soltó la carcajada, y lo hizo porque no me creyó, pues como se los había mencionado antes, jamás me habían conocido algún novio. Yo tenía todas las emociones juntas, así que comencé a llorar y se lo volví a decir, fue ahí cuando la expresión de su rostro cambio por completo y me dijo en tono de sorpresa y con estas palabras: -No manches, ponte los zapatos y vamos a la casa.

Entramos en su cocina, sacó un cigarro, su mano le temblaba mientras lo encendía, así que saco una botella de tequila y un caballito, lo sirvió y se lo tomó de un jalón, era muy gracioso, ese fue mi primer antojo que reprimí por mi situación, se sentó y platicamos largo y tendido, me dio gusto que pensábamos lo mismo, la idea de no casarme era hasta ese momento acertada y contaba con su apoyo.

Esa noche estaba la familia completa en casa, así que era el momento indicado para hablar con todos, mi hermana se sirvió un segundo caballito y se lo tomo de la misma manera, supuestamente pa agarrar valor, hubiera querido agarrarlo de la misma manera, pero en fin, nos dirigimos a mi casa y al llegar ella se encargo de juntar a toda la familia, yo ya los esperaba en la cocina recargada en el refri con los ojos llenos de lágrimas, cada uno iba entrando tranquilamente, pero al verme en ese estado, su expresión cambiaba suponiendo que algo malo ocurría. Estando los 6 reunidos, tras un momento de silencio les dije:
- Estoy embarazada.
Solo recuerdo dos reacciones, la de mi mamá fue agachar la cabeza y permanecer en silencio, y la de mi papá fue verme y mover en forma de negación la cabeza, lo que para mí  fue ponerle sal a la herida, efectivamente les había fallado, les comente que Ramses había aceptado al igual que yo la responsabilidad y que iba a tener a mi hijo. Nadie dijo mucho, mi hermana en ese momento tomo el papel de vocera, apoyándome, mi mama y mi papá me dijeron que contaba con su apoyo y que querían conocer y hablar con Ramses y mi hermano solo pregunto lo que iba a pasar con la universidad, a lo que yo respondí que no la dejaría.



Al parecer había salido de esa presión, pero como era de esperarse, las cosas en mi casa cambiaron. Comencé a atender la amenaza de aborto, porque efectivamente la tenia, pero afortunadamente con un par de inyecciones y reposo absoluto desapareció.

Siempre me había imaginado casada, en mi casa, y esperando ansiosamente junto a mi pareja a nuestro bebe, y verme en esa situación  fue muy deprimente, andaba sola para todos lados, asistía sola a las revisiones médicas, a los análisis, nunca hubo nadie siquiera que me acariciara la pancita, ¿y Ramsés? pues después de darle la noticia se desapareció por cuatro meses.

Cuando tenía seis meses de embarazo Ramses apareció de nuevo, diciendo que quería estar con nosotros y que supuestamente la noticia le había caído de peso, después de choro y medio y discutir un buen rato decidimos intentarlo, hablo con mis papás y las cosas quedaron claras. Pero al paso de los días las cosas no iban bien.

Asistí a la universidad hasta los 7 meses de embarazo, y en agosto llegó el momento.

Eran las 6:30 am del día 9 de agosto, mientras dormía sentí algo muy húmedo, me levante y me vi mojada de las piernas, llegue a pensar que el bebe me había presionado y me había hecho del baño, pero no, realmente se me había roto la fuente, así que no quedo de otra que ir al hospital, al llegar te piden todos tus datos, te dicen que te quites todo lo que traigas de metal  y que entres por una pequeña puerta, en ese momento sentí un miedo enorme de no volver a salir de ahí, casi con lagrimas me despedí de mi mama y entre. Al entrar todavía me hicieron esperar como 15 minutos, el lugar estaba más que vacio y hacían limpieza, me hicieron pasar a un consultorio donde me desvestí y me revisaron, después de ahí me trasladaron en silla de ruedas a una habitación, que por cierto, me hizo sentir como si estuviera enferma, estando en la habitación llegaron 2 médicos y como 5 pasantes, por un momento me sentí utilizada, pero después le vi el lado bueno pues estaba siendo instrumento de aprendizaje, estaba llegando la hora y me llevaron a quirófano wooow que sensación, todo blanco, iluminado con luces muy raras, y varias personas, pero entre ellas, una señora ya grande, que para mi sorpresa, era la que me iba a poner la anestesia llamada raquea, había escuchado que dolía horrible y que no te debes mover nada porque puede haber consecuencias, y pensar que una señora grande lo iba a hacer me daba mucha desconfianza, pero se la ganó dándome la explicación del cómo funcionaba.

A los pocos minutos me encontraba mirando al techo, con las manos sujetadas a los lados y una cortina blanca que me tapaba de la cintura para abajo. Pasaron solo unos minutos mas y escuche el llanto más lindo, era mi bebe, vi como lo tomaron, lo limpiaron y lo acercaron hacia mí para darle la bienvenida con un tierno beso.

Desde ese momento mi prioridad es esa bebe y nunca nada será más importante que ella, estamos solo ella y yo, ahora tiene cuatro años y es mi pequeña traviesa, la razón de mi vida.


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