miércoles, 30 de noviembre de 2011

Un trabalenguas en mi corazón.


-Súbale, súbale , va vacío , súbale a Izazaga. – El típico grito del cacharpo que oigo saliendo de la escuela ; camino y observo el semáforo en rojo . – Por fin a casa- pienso.

Cruzo la calle, camino y veo lucecitas de colores enredadas en un árbol, me pregunto si habrá mucha gente en “La Barra” , hace mucho no voy ahí , dicen las malas lenguas que ahí sólo van los oriundos de Xochimilco,  y entre bromas con los amigos decimos que no somos admitidos ahí , lo que es cierto es que siempre clausuran ese lugar, algo chueco debe haber ahí.

Sigo caminando  y leo entre luces moradas y azules del recién arco remodelado “Santiago Tepalcatlalpan” y siento cierta familiaridad. Me llega el olor de los patos nada agradable mientras contemplo la nube blanca de plumas alrededor de mis pies en la banqueta, mientras, sigo avanzando. En las tardes suelo pasar por ahí y muy de vez en cuando me detengo a verlos comer o nadar en una piletita de agua pequeña que ahí tienen, siempre me dan ganas de llevar a mi sobrina a ver a los patos , a ella le encantan, pero ahora que recuerdo, hoy una chica me dijo que hay 24 y que le gusta contarlos, la verdad es que yo digo que los tienen ahí para engordarlos y venderlos, así que prefiero no corrobar la cantidad, no vaya a ser que un día sean menos y sepa su atroz final.  Una melodía de danzón a todo volumen me desconcentra de lo que pienso y recuerdo que justo enfrente dan clases de danzón, una vez tomé alguna clase pero mi pareja era muy torpe y nos la pasamos pisándonos.

Giro y tomo la calle de la derecha, me llega un olor a pan recién horneado , de esas veces que hueles un olor demasiado agradable que te hace cerrar los ojos y oler profundamente  y voltear, volteo y el vendedor está como todas las noches sentado en la banqueta esperando y cuando llega algún cliente se levanta a atender. El único pan que he comprado ahí son los de pan de muerto a propósito que nos encontramos en octubre. Amo comerme primero los “huesitos” y después el resto… Obvio no son los huesos reales, sino la simulación con mas masita encima del pan, tradición muy mexicana… pero esta vez lo que me distrae del sabor de pan de muerto que ya hizo que se me hiciera agua la boca es una quebradita… las clases de zumba, la mayoría señoras, pobres señoras, siempre tienen la puerta abierta y sólo la cubre una tela muy delgadita, es muy gracioso verlas imitar los pasos de la instructora , que les da las instrucciones seguidas de un fuerte silbatazo, como animales en los circos, sus caras no demuestran nada más que el esfuerzo para no caerse y como sudan la gota gorda, sonrío pero yo continúo mi camino pensando que ya debería hacer ejercicio, eso de estudiar en la ENAP y tener una vida mas o menos sedentaria se empiezan a notar en mis caderas y ¿porqué no? En la lonja.

–Buenas noches – saluda como todas las noches la señora del pan , la que se pone sobre el puente del río pero que parece más canal , eso sí, ni se le ocurra a uno llamarlo así porque los nativos de Xochimilco se sienten ofendidos.  Recuerdo la primera vez que llegué a Xochimilco , no sabía muy bien como llegar a mi casa después de la escuela y me perdí , fui a dar hasta no se qué altura del río y ya estaba oscuro , vi  una pareja de señoras caminar por ahí y les pregunté por el jardín de niños cerca del canal , me vieron con una cara que suponía me insultaban en sus pensamientos y muy serias me dijeron - Aquí no hay ningún canal , tal vez te refieras al RÍO – haciendo énfasis en la palabra - , y ése está pasando la papelería de la esquina. – y siguieron su camino. Yo hice un esfuerzo sobrehumano por no reír ya que en verdad no hay tal río, siempre huele mal , pero en fin , no quería ofenderlas mas, di las gracias y me fuí.  Volviendo a la señora , es una señora gordita con el cabello pintado de un tono rojizo deslavado y como cliché, pienso yo , la típica base que empieza poco después de la raíz hasta las puntas.

Pero en fin , cruzo el puente y veo mi casa, me animo , camino rápido mientras paso por la cortina de humo con olor a elote del puesto de la señora de la esquina, siempre se me antoja uno pero es tal mi prisa y cansancio que nunca lo compro, oigo y doy el obligado buenas y noches y ya casi corro. Llego , giro la llave y pienso, por fin llegué, un días más , un recorrido más en Santiago Tepalcatlalpan… un trabalenguas en mi corazón.






Valeria Flores.
Lectura , imaginación y creatividad.

REVISIÓN FINAL DEL LIBRO DIGITAL (NO SE PUEDE FALTAR)

MIERCOLES 7 DE DICIEMBRE 3 DE LA TARDE EN EL SALÓN S-308 (LA SESIÓN SERÁ DE UNA HORA ÚNICAMENTE), POR LO TANTO SER PUNTUAL PARA LA EVALUACIÓN FINAL Y ENTREGA DE CALIFICACIONES
ATENTAM,ENTE
EL GRUPO 5051

Memorias de una noche por Alejandra Morales


                                                «Memorias de una noche»

Viernes por la noche, regresaba de su rutina de ejercicios diarios, con la pila más que cargada y mega feliz porque, tras sacar el estrés y liberar endorfina uno se pone contento. Al arribar a su casa se dirige al cuarto de baño para darse una merecida ducha relajante y luego toma una merienda ligera. Se despide de sus padres y se interna en su habitación como es costumbre; suena su móvil y en la pantalla se dibuja la foto de un hombre, el cual posee la voz más sexy que ella jamás ha escuchado, Inna contesta y él la saluda de manera peculiar, tratando siempre de impresionarla, -hola, ¡cómo estás preciosa!?, ella sonríe ruborizada y el agrega, es afirmación no pregunta, ella vuelve a reír. Inesperadamente él la invita a salir, -¿qué harás esta noche?, le pregunta ansioso, hmm creo que nada, a lo mejor me pongo de ñoña y hago tarea(le responde con un tono de sé que quieres invitarme a salir pero tengo que hacerme la difícil), tengo una mejor opción le propone Manolo efusivamente-¿por qué no sales conmigo de antro?, avísale a tus papas que voy por ti, ¡¿Qué?! No, cómo crees, si ya es media noche y seguro me responden que estoy loca. Desanimado emite un sonido de descontento, ¡pero no te preocupes, pasa por mí, en una hora estoy lista, tengo un plan! Le susurra Inna, ok paso, te dejo una llamada perdida cuando este afuera de tu casa asegura Manolo.
De inmediato salta de la cama y se quita la pijama, busca como desesperada que ponerse en su gran closet; uno, dos, tres cambios de ropa y nada la convence, era de esperarse, la gran ironía, un closet desbordado de prendas y nunca se tiene nada, el sufrir de toda mujer.Inna es del tipo de chica que se preocupa muchopor su imagen, siempre trata de estar en sintonía con la tendencia y aunque se podría pensar que es una cabeza hueca, no es así, porque su prioridad es mantenerse constante en su nivel escolar, estudia diseño textil; voltea a ver el reloj y ya pasaron mas de quince minutos y ella aun sin cambiarse, pero como por gracia divina y hasta con un sonido en su mente de cantos de querubines ve en el fondo del armario un vestido de lentejuelas, ese que habia comprado meses atras, ya saben, para una ocacion especial y que mejor esta ocacion, donde por primera vez habia decidido burlar a sus padres, aquellos que la tenian inmersa en una burbuja, resguardada de todos los peligros de la calle, en donde contaba con todo para consentirse y divertirse, pero aislada de personas que pudieran dañarla, de personas con las cuales pudiera compartir sus privilegios otorgados por sus guardianes y progenitores. Por fin vestida, maquillada y peinada, lo que viene siendo producida para su gran noche, se sienta con cuidado sobre su cama tratando de no arrugar el vestido a esperar la llamada; paso la hora acordada para el encuentro, ella comenzaba a llenarse de nervios, se levanto y salio de su cuarto para verificar la ausencia de sus padres, incluso de la perra que tenia por mascota ya que la condenada podia ladrar en el momento cumbre para su escape.
    Una escandalosa melodía rezumba sobre su cama, por fin la llamada tan esperada, ella le marca y le susurra– en un minuto salgo. Con gran cautela y sobre todo sigilo baja las escaleras con sus zapatillas en mano, para no hacer ni el más mínimo ruido, abre la puerta y cuida que no rechine pues recordaba que no la habían aceitado.
Mientras tanto Manolo la esperaba impaciente en su gran carro, ese que con tanto esfuerzo había comprado con sus ahorros; Manolo es un joven trabajador, emprendedor, atento y sobre todo sexy, sobre todo esto último había cautivado a Inna aquel día que lo vio por primera vez cocinando en su propio restaurante, ese día en el que tenía ella, para su fortuna ella poseía un insoportable antojo de sushi. Se abrió la puerta y de ésta emergió Inna, radiante, sonriente, nerviosa, pero entusiasmada, en cuanto volteo a ver a Manolo a éste se le cayó la baba, pero de inmediato se bajó del auto para saludarla.
    Una vez fuera de su casa Inna se ajusta las zapatillas, camina de prisa volteando a los lados asegurándose de no ser vista por alguien conocido para luego correr a los brazos de su hombre, lo besa y se sube de prisa al automóvil. -¿A qué hora dijiste que regresarías? Le pregunta  escéptico, -no avise, me salí a escondidas le responde ella con mirada inocente y emitiendo una risita pícara. Manolo entrecierra los ojos y se le queda mirando consternado y aunque no le pareció buena su acción le dice que no debería hacerlo más, pero que por lo menos esa noche la disfrutarían al máximo.
    El viento le alborota la cabellera a Inna, iban de prisa por las nocturnas calles de la ciudad; los ojos se le iluminaban al ver lo resplandeciente de las luces citadinas, muchos creen que no hay movimiento de noche, pero son muchas personas las que prefieren la vida nocturna ya que ésta se llena de diversiones de todo tipo, claro dependiendo del contexto en el que se encuentre cada sociedad; por ejemplo el de la sociedades de primer mundo en donde se cae en el vicio, transgresiones y perversiones debido al exceso en el que se ven inmersas.
Reforma, insurgentes y cuando ya están muy al sur del distrito federal paran para reunirse con algunos de Manolo en ‘el Reina’. Se plantaron en la puerta y el cadenero se puso rudo y demoró en dejarlos entrar, a veces los cadeneros lo hacen para molestar o porque así logran darle más exclusividad al antro en cuestión. Por fin cruzaron la puerta que los separaba de gozar del ambiente, la música y las bebidas.Inna se asombraba a cada paso, jamás había estado en un lugar similar en donde desfilas por una alfombra roja a lo largo de un pasillo repleto de grandes cuadros iluminados por lámparas antiguas, al final del pasaje se llega a una inmensa pista de baile rodeada de pequeñas mesas y varios sofás porque lo importante es bailar. Pronto se acercan a una mesa y les ofrecen varias botellas para beber durante toda la noche.
Todo marcha excelente, Inna y Manolo bailan mientras sus amigos hacen lo propio, de pronto Inna le dice a Manolo que necesita refrescarse y descansar un poco; se sientan y beben un par de perlas negras, a Inna se le viene a la mente lo que una vez le había dicho su primo que era bartender –cuidado cuando bebas ese trago porque el jagger aunque poco hace que te den vueltas la cabeza-, Inna no le dio mucha importancia pues cuando se bebe y se baila mucho, no se te sube tan rápido y así pasaron dos y tres tragos, ella solo veía como el joven que los atendía traía y llevaba botellas al por mayor. Manolo por otro lado se sentía muy feliz porque desde hacía mucho tiempo no salía a divertirse con sus amigos, por aquello de que el trabajo le absorbe mucho tiempo.
    La hora era incierta, pero como se la estaban pasando bien no le daban la más mínima importancia; en ese tiempo al gobierno se había inventado una nueva ley la cual decía que a determinada hora todos los centros nocturnos debían dejar de vender bebidas alcohólicas. Los amigos de Manolo parecían esponjas y pronto se terminaron las botellas, pero todos querían seguir la fiesta, entonces se pasaron a la casa de Dave el mejor amigo de Manolo en donde había de sobra para beber. Una vez allí se les ocurrió jugar un recreo peculiar que mientras uno esté más ebrio es más divertido y si uno no lo está, el juego o los mismo participantes hacen que lo esté; consiste en contar de uno en uno pasando por cada uno de los participantes sin mencionar el número siete y en su lugar decir una palabra que se inventen antes de iniciar la cuenta por ejemplo ‘fuaa’, lo que sea que esté de moda para bromear y cuando alguno lo mencioné o alguno de sus múltiplos, ‘de castigo’ le toca beber un shot de jagger o cualquier bebida que seleccionen. A Inna le pareció interesante ese juego, nunca lo había intentado y confiaba en que no se pondría ebria ya que en ese estado la habilidad de regresar a su casa sin que se dieran cuenta se reduciría.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, ¡fuaa! Y las risas brotaban sin parar, ocho, nueve, diez, once, doce y así seguían contando todos esperando a que pronto alguien se equivocara, era turno de Manolo y de pronto veintiuno, ¡castigo! -grito efusivamente su mejor amigo, -ni modo, yo sé perder y estoy dispuesto a pagar –gluglu, alcanzó a escuchar Inna que se encontraba a su lado, y como era de esperarse se terminó la botella y mientras abrían otra Inna le susurró a Manolo que debía ir al baño, éste se levantó y la guío hasta el sanitario de arriba. Al entrar lo primero que hizo Inna fue hecharse agua en el rostro, empezaba a sentir que la temperatura de sus cuerpo se elevaba y que le costaba enfocar los objetos que la rodeaban, luego se sento para respirar un poco esperando que el efecto del alcohol siminuyera un poco. Al salir, Manolo la estaba esperando y le pregunto si todo estaba bien y que el tambien debia usar el baño. Manolo salio mas relajado y en cuanto vio a Inna se le avalanzo y le planto un gran beso apasionadamente, de pronto la tomo de la mano y se metieron al baño en donde los besos se multiplicaron, su temperatura corporal se elevo e inevitablemente paso algo que ambos habian deseado desde hacia ya mucho tiempo. Despues de un rato salieron y se sentaron en el sofá de afuera para platicar; para su fortuna nadie se habia percatado de su ausencia durante aquel lapso de tiempo en el que se habian entregado el uno al otro. De repente el hermano de Manolo subio con su novia a donde estaba sentada la pareja, abrieron la puerta de una de las habitaciones y se adentraron sospechosamente. Manolo e Inna se voltearon a ver tras ver esto y hecharon a reir al mismo tiempo. Entonces Inna precipitadamente tomo a Manolo por la mano y lo jalo hacia la habitación contigua para repetir lo de hacia un rato sin importarle ya nada. Knock Knock! Tocaron la puerta y trataron de abrirla sin éxito, knock knock volvieron a tocar y fue entonces cuando Manolo decidio responder que estaba ocupado. Inmediatamente ambos se vistieron a toda velocidad y salieron como si nada.
     Manolo vio el reloj y le avisó a Inna que ya pasaban de las seis de la mañana, ya era hora de marcharse; en cuanto escuchó esto Inna sintió una especie de sudor frio y tomo los abrigos de ambos; los dos se despidieron de todos aunque la mayoria se encontraba durmiendo por toda la casa, el la mesa del comedor, la barra de la cocina, el suelo, etc.
     Bajaron las escaleras tratando de no hacer mucho ruido y abordaron el automóvil; rapidamente se dirigeron a la casa de Inna mientras platicaban sobre lo acontecido aunque sin muchos comentarios por parte de los dos. Se bajaron del carro, se despidieron con un gran abrazo y un largo beso; -suerte le dijo Manolo mientras que Inna sacaba las llaves de casa de su bolso volteandolo a ver solo le sonrio y le dijo -gracias, en cuanto llegues a tu casa me llamas para saber que llegaste a salvo y así me quede más tranquila.
     Inna sigilosamente introdujo la llave en la puerta y la giro con mucho cuidado para no hacer ruido, se metió y Manolo arranco velozmente. Inna se Quito las zapatillas, las sujeto con fuerza y de puntitas cruzo la casa, subio las escaleras y se metió a su fortaleza; se desvistió y como pudo se puso la pijama, volteó a ver su reloj y marcaba casi las siete de la mañana.
    Cuando por fin empezaba a ser presa de Morfeo timbro su móvil, era Manolo avisandole que ya estaba a punto de irse a dormir y agregó -la pase excelente, descansa y recuerda que te quiero, hasta luego, Inna sonrió y le respondió -yo también te quiero, gracias, bye. Cansadísima se volteó y trató d conciliar de nuevo el sueño. Media hora había pasado aproximadamente desde que Inna había perdido el conocimiento cuando el escandaloso de su móvil rezumbó de nuevo, era su padre quien la llamaba proponiendole que lo acompañara a comprar unas herramientas y luego a por el desayuno, ella le dijo que si, que en un momento bajaba. Tras un gran suspiro mientras contemplaba el techo saltó de la cama y con mucho sueño y cansancio se cambio y bajo a ver a su papá; buenos dias Inna! -buenos dias respondió ella pensando que era muy extraño que su padre amaneciera de buenas. Se subieron al carro y mientras estaban en camino muchas ideas mezcladas con recuerdos bombardearon su cabeza; se preguntaba en la mente si se habrían dado cuenta, al mismo tiempo que se respondía ella misma, no creo, no me trataría así mi papá, al contrarío, ya me habría matado. Al bajar del auto a Inna le dió el bajón por tanto exceso de su gran noche, se sentía sin energía, le dolía la cabeza, tenía mucha sed y no veía nada a su alrededor para beber; castigo divino pensó y siguio en busca de herramientas con su protector.

martes, 29 de noviembre de 2011

Un piquete singular Por: Violeta Cortés Castillo


Un piquete singular.



Natalia tenía 10 años cuando todo paso. Regresó de las vacaciones de verano con una enorme cantidad de piquetes de mosco los cuales se rascaba a toda hora en todo momento. Sin embargo había uno en particular que no le provocaba comezón alguna pero ella nunca lo notó.

Con el paso del tiempo los piquetes fueron desapareciendo, sin embargo notó como uno de esos piquetes en vez de desvanecerse como el resto, se hacía cada vez mas grande y a la par aumentaba en dureza.
Se sentía como un pequeño chícharo que se movía por debajo de la piel. Sin embargo, siguiendo la lógica de que tal vez era un piquete que se había rascado de mas, decidió no contarle a nadie.

Lo tenía en su brazo izquierdo, entre el codo y el hombro, mas cerca del codo que del hombro y estaba en la parte posterior. Tenía aspecto rojizo, como el de cualquier piquete de insecto, se alcanzaba a notar ya una ligera elevación en la zona  y en el centro un diminuto orificio, tan diminuto que había que poner demasiada atención y aguzar muy bien la vista para terminar de notarlo. Al tacto era duro.
Todos los días con su dedos pulgar e índice media las dimensiones de aquel grano, y si, todos los días crecía un poco mas, no se expandía hacia arriba sino a los lados y no había manera de saber si también lo hacía hacia abajo.

Un día, después de realizar aquella rutina de tomar el grano con sus dedos y moverlo un poco de aquí para allá, notó que ya tenía el tamaño de una moneda de 50 centavos. Quedó completamente sorprendida, por primera vez sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo y se sintió extraña ante la situación, sintió miedo y un poco de asco al sentir la impresionante dureza, la circunferencia perfecta, al darse cuenta de que no era mas un simple piquete, al pensar que podría haber algo dentro.
Decidió que era tiempo de contarle a alguien, ese alguien era su madre quien al ver y sentir la rara naturaleza de la picadura se lo comentó inmediatamente al padre, esté tomó el caso con singular curiosidad y después de analizarlo detenidamente con unos lentes de visión aumentada emitió su diagnóstico:

-Seguramente te rascaste mucho y se te infecto. Lo que tienes ahí es pus.

“Pus?” pensó. El solo hecho de pensar en ello hizo que se le revolviera el estomago. Alguna vez se había jalado un pellejito cerca de una de las uñas de la mano y cada que se tocaba le dolía demasiado, a través de la piel se podía ver una sustancia blanca y tuvieron que exprimirle fue entonces cuando conoció ¡LA PUS! Dolorosa y desagradable pus.

-Mira que te lo exprimo y santo remedio.

-No no no no no no…

-Pues si no quieres allá tu pero si te digo que se te va a caer el brazo o algo si te lo dejas así.

Tuvo miedo, se puso a pensar y por fin abrió la boca nuevamente:

-Mejor llévame al doctor mamá.

Cerca de la casa donde vivían había una clínica del DIF y hacia allá se dirigieron. A donde mas podrían dirigirse para tratar la simple dureza en un grano que según un diagnostico previo del padre era pus?

Sacaron ficha y esperaron su turno. Como de costumbre al escuchar a la enfermera pronunciar su nombre Natalia sintió ese ligero dejo de energía que se le iba de la cabeza a los pies, ese frío detrás de las orejas, el endurecimiento de la mandíbula, el cosquilleo en el estomago y esas ganas de orinar que le venían de súbito. Y es que no le gustaba ir al doctor y no sabía exactamente porque, siempre que estaba dentro sentía mucho frío, las sillas le parecían demasiado incomodas, le temblaba la voz cuando el doctor o la doctora le preguntaban cosas y aunque ahora solo iba a tratar un simple grano no podía evitar sentir todo eso.

La madre explicó lo sucedido a la doctora, ésta reviso el grano y le hizo unas cuantas preguntas a Natalia: ¿desde cuando lo tienes? ¿te duele? ¿te da comezón? Etc. y después ante la sorpresa de madre e hija hizo una pregunta que salía un poco de contexto: “¿últimamente ha viajado a la parte sur? Digamos, el sureste de México, Belice, Guatemala, etc?”
La respuesta fue afirmativa, un par de semanas atrás la familia había realizado un viaje largo por el sur del país, desde Chiapas hasta Belice, pero… “¿moscos hay en todos lados no?” comentó la madre a lo que la doctora explicó que durante esas fechas había atendido un par de casos similares y se había dado cuenta de que no eran simples piquetes de moscos sino que todo era obra de una mosca.

A Natalia se le detuvo la respiración “¿una MOSCA?¡Wakala!” –Yo no vi que se me acercara ninguna mosca. Y pues no, de hecho a Natalia le desagradaban tanto las moscas que no dejaba que ninguna se le acercara, les tenía manía, le daban asco.

-Se supone que en las zonas tropicales existe una mosca que no pica directamente a los mamíferos sino que deposita sus huevecillos en el cuerpo de los mosquitos, al momento posarse sobre tu piel para picarte el calor de tu cuerpo hace que el “pegamento” con el que la mosca aseguro los huevecillos se deshaga y entonces sirvas de incubadora para éstos.

Natalia no lo podía creer, tenía las manos frías y la piel de gallina, lo que había en su brazo no era pus sino LARVAS DE MOSCA!

-El procedimiento es sencillo, se pone un poco de anestesia local, se hace una incisión y se saca todo lo que haya dentro. Sin embargo algunas veces las larvas se mueven de lugar por lo que es posible que el “brote” pueda salir en otra parte del brazo, incluso del cuerpo.

-Solo así se puede curar?- Pregunto Natalia.

-Podemos mandar medicamento y ver si funciona, mira que te den esto y vienes en una semana para ver como evoluciona, no hay que dejar pasar mucho tiempo pues las larvas se alimentan de ti, es por eso que viven.

Se despidieron, dieron las gracias y se fueron directo a la farmacia.

Natalia sentía miedo, un miedo mezclado con asco, ya ni siquiera quería verse o tocarse el brazo. Resumiendo lo que había escuchado en aquel consultorio tenía gusanos, gusanos que una mosca muy amablemente había depositado en ella.
Algo retumbaba en su cabeza y ese algo era la frase “las larvas se alimentan de ti”, osea que había no se cuantas larvas comiéndose su brazo, había 10, 15, 20… larvas creciendo dentro de su brazo… en su cabeza se dibujaba una imagen de larvas trasformándose a moscas, abriendo cada vez mas aquel diminuto agujero en su brazo para salir volando de él. Era una escena terrorífica, asquerosa, inverosímil.

No pronunció ninguna sola palabra en el transcurso a su casa ni ya estando ella. Fue la madre la quien comento al resto de la familia lo que pasaba, todos muy sorprendidos miraban a Natalia y seguramente mientras la miraban dibujaban en sus mentes aquella imagen que ya ella había dibujado en la suya. El primero en hablar fue el padre:

-Que tal que te lo exprimo a ver si sale algo.

-Pero la doctora dijo…

-Solo para ver si sale algo sino pues ya vas al doctor.

-¿Me va a doler?

-No te va a doler nada, andale.

-Bueno…

Así es, el padre tenía alma de cirujano y en muy en el fondo no le estaba diciendo la verdad a Natalia, lo que le iba a hacer si le iba a doler pues pensaba hacer lo mismo que la doctora pero de una forma mas rustica. Preparó todo lo necesario, un poco de alcohol, algo para hacer una pequeña incisión, sus lentes de visión aumentada, una lámpara, etc. Cuando todo estuvo listo llamo a Natalia, la madre que también estaba ahí fungía el papel de enfermera.

-Toma esta almohada y muérdela.

-¿Para que?

-Tu solo muérdela

-Si me va a doler verdad?

-No, solo vas a sentir presión.

Natalia estiro el brazo y mordió la almohada, mientras tanto su padre abría mas con una pequeña navaja el agujero del grano. “Ay me arde” dijo Natalia, acto seguido el padre apretó con todas sus fuerzas aquel grano y Natalia supo para que debía morder la almohada. Las lagrimas corrieron de sus ojos y cuando hubo cesado el primer intento volteo y dijo “ya, ya no quiero” a lo que el padre le contesto “mira ya salió, otro intento y ya para que no quede nada” A pesar del dolor, las palabras del padre eran un alivió por lo que Natalia volvió a morder la almohada.

Al terminar todo pudieron observar que lo que crecía dentro de Natalia efectivamente ya no eran hulecillos sino larvas, larvas que estaban dentro de una especie de saco protector y que se movían a placer y voluntad propia, seguramente pronto empezarían a comer del brazo de Natalia y a dejarse ver como aquellas fotos que Natalia encontró en el Internet años después.

Después de la minioperación Natalia tomó el medicamento que la doctora había prescrito, esperando que las larvas no crecieran en otra parte de su cuerpo. El grano duro en su brazo continuo así por algunas semanas mas pero con el paso del tiempo disminuyo en tamaño hasta desaparecer por completo. En su brazo no quedo marca alguna.








Por: Violeta Cortés Castillo