-Súbale, súbale , va vacío , súbale a Izazaga. – El típico grito del cacharpo que oigo saliendo de la escuela ; camino y observo el semáforo en rojo . – Por fin a casa- pienso.
Cruzo la calle, camino y veo lucecitas de colores enredadas en un árbol, me pregunto si habrá mucha gente en “La Barra” , hace mucho no voy ahí , dicen las malas lenguas que ahí sólo van los oriundos de Xochimilco, y entre bromas con los amigos decimos que no somos admitidos ahí , lo que es cierto es que siempre clausuran ese lugar, algo chueco debe haber ahí.
Sigo caminando y leo entre luces moradas y azules del recién arco remodelado “Santiago Tepalcatlalpan” y siento cierta familiaridad. Me llega el olor de los patos nada agradable mientras contemplo la nube blanca de plumas alrededor de mis pies en la banqueta, mientras, sigo avanzando. En las tardes suelo pasar por ahí y muy de vez en cuando me detengo a verlos comer o nadar en una piletita de agua pequeña que ahí tienen, siempre me dan ganas de llevar a mi sobrina a ver a los patos , a ella le encantan, pero ahora que recuerdo, hoy una chica me dijo que hay 24 y que le gusta contarlos, la verdad es que yo digo que los tienen ahí para engordarlos y venderlos, así que prefiero no corrobar la cantidad, no vaya a ser que un día sean menos y sepa su atroz final. Una melodía de danzón a todo volumen me desconcentra de lo que pienso y recuerdo que justo enfrente dan clases de danzón, una vez tomé alguna clase pero mi pareja era muy torpe y nos la pasamos pisándonos.
Giro y tomo la calle de la derecha, me llega un olor a pan recién horneado , de esas veces que hueles un olor demasiado agradable que te hace cerrar los ojos y oler profundamente y voltear, volteo y el vendedor está como todas las noches sentado en la banqueta esperando y cuando llega algún cliente se levanta a atender. El único pan que he comprado ahí son los de pan de muerto a propósito que nos encontramos en octubre. Amo comerme primero los “huesitos” y después el resto… Obvio no son los huesos reales, sino la simulación con mas masita encima del pan, tradición muy mexicana… pero esta vez lo que me distrae del sabor de pan de muerto que ya hizo que se me hiciera agua la boca es una quebradita… las clases de zumba, la mayoría señoras, pobres señoras, siempre tienen la puerta abierta y sólo la cubre una tela muy delgadita, es muy gracioso verlas imitar los pasos de la instructora , que les da las instrucciones seguidas de un fuerte silbatazo, como animales en los circos, sus caras no demuestran nada más que el esfuerzo para no caerse y como sudan la gota gorda, sonrío pero yo continúo mi camino pensando que ya debería hacer ejercicio, eso de estudiar en la ENAP y tener una vida mas o menos sedentaria se empiezan a notar en mis caderas y ¿porqué no? En la lonja.
–Buenas noches – saluda como todas las noches la señora del pan , la que se pone sobre el puente del río pero que parece más canal , eso sí, ni se le ocurra a uno llamarlo así porque los nativos de Xochimilco se sienten ofendidos. Recuerdo la primera vez que llegué a Xochimilco , no sabía muy bien como llegar a mi casa después de la escuela y me perdí , fui a dar hasta no se qué altura del río y ya estaba oscuro , vi una pareja de señoras caminar por ahí y les pregunté por el jardín de niños cerca del canal , me vieron con una cara que suponía me insultaban en sus pensamientos y muy serias me dijeron - Aquí no hay ningún canal , tal vez te refieras al RÍO – haciendo énfasis en la palabra - , y ése está pasando la papelería de la esquina. – y siguieron su camino. Yo hice un esfuerzo sobrehumano por no reír ya que en verdad no hay tal río, siempre huele mal , pero en fin , no quería ofenderlas mas, di las gracias y me fuí. Volviendo a la señora , es una señora gordita con el cabello pintado de un tono rojizo deslavado y como cliché, pienso yo , la típica base que empieza poco después de la raíz hasta las puntas.
Pero en fin , cruzo el puente y veo mi casa, me animo , camino rápido mientras paso por la cortina de humo con olor a elote del puesto de la señora de la esquina, siempre se me antoja uno pero es tal mi prisa y cansancio que nunca lo compro, oigo y doy el obligado buenas y noches y ya casi corro. Llego , giro la llave y pienso, por fin llegué, un días más , un recorrido más en Santiago Tepalcatlalpan… un trabalenguas en mi corazón.
Valeria Flores.
Lectura , imaginación y creatividad.